A lo largo de la historia, nuevas tecnologías han revolucionado la guerra, a veces abruptamente y otras veces sólo de manera gradual, habría que pensar en: la carreta, la pólvora, los aviones y el radar. Así ha sido con las tecnologías de la información.
Las computadoras e Internet han transformado economías y han dado grandes ventajas a los ejércitos, como la posibilidad de enviar aviones dirigidos por control remoto a través del mundo, para reunir información de inteligencia y los objetivos de ataque. Sin embargo, la difusión de la tecnología digital tiene un costo: expone a los ejércitos y a las sociedades al ataque digital.
La amenaza es compleja, multifacética y potencialmente muy peligrosa. Las sociedades modernas son cada vez más dependientes de los sistemas de computación conectados a Internet, dando a los enemigos más vías de ataque. Si las centrales eléctricas, refinerías, los bancos y los sistemas de control del tráfico aéreo fallaran debido a un ataque informático, las pérdidas no solo serán económicas, sino también humanas.